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Sobre ARKRIT

El Grupo de Investigación ARKRIT se dedica al desarrollo de la crítica arquitectónica entendida como fundamento metodológico del proyecto. El ejercicio crítico constituye el principal gestor de la acción proyectual hasta el punto de que puede llegar a identificarse crítica con proyecto.
Si se considera que el objeto de la crítica no es el juicio de valor sino el estudio de las condiciones propias de cada obra, en relación a otras obras de arquitectura, en relación a otros campos del conocimiento y en relación a otras posibles teorías alternativas, podemos obtener de ella una imagen final flexible y abierta que permita tanto su comprensión veraz como la apertura a nuevos caminos en el curso de la arquitectura.
El Grupo de Investigación ARKRIT se constituyó en 2008 bajo la dirección del catedrático de Proyectos Arquitectónicos D. Antonio Miranda Regojo-Borges y, además de proyectos de investigación, entre las actividades del grupo se encuentra la dirección de tesis doctorales, así como una participación activa en el máster de Proyectos Arquitectónicos Avanzados (MPAA) desde el Laboratorio y el Taller de Crítica y coordinando numerosos Trabajos Fin de Máster.

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ARKRIT - GRUPO DE INVESTIGACIÓN DE CRÍTICA ARQUITECTÓNICA

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Portada1

27 abril, 2016

Etiquetado en Antonio Vázquez de Castro, Colecciones Reales Madrid, Crítica de edificios,

LA CARPETA DE CINTAS. Otra versión del Museo de las Colecciones Reales.

Antonio Vázquez de Castro

Colectivo ARKRIT

En una sala de subastas del centro de Madrid, hace aproximadamente diez años, es decir en los primeros del siglo XXI, encontramos casualmente la carpeta color tabaco y cintas negras con algunos escritos y dibujos relacionados con las obras de la “Catedral de la Almudena”. En la sala nos dijeron que la carpeta había aparecido apoyada en una vieja pared del yacimiento, y nadie –ni los jóvenes arquitectos ni los viejos arqueólogos- lo han desmentido hasta hoy. Cubrimos la oferta de salida. Como nadie quiso pujar por aquello en la subasta por encima del precio de salida nos hicimos con la carpeta y su contenido por una módica suma.

Estaddo previo

Proyecto de acabado final de la Catedral de Fernando Chueca, según dibujo de Pedro Haro.

Uno de los papeles de mayor interés -al parecer inédito y anónimo- tenía carácter crítico y por eso lo presentamos a continuación:

I

Si por algo ha merecido la pena la interrupción del proceso de construcción del Museo de las Colecciones Reales es por la posibilidad de abrir o extender la reflexión arquitectónica sobre el conjunto del problema. Madrid debería aprovechar la oportunidad de esta moratoria para convocar un concurso abierto, el cual –con el pretexto de materializar el Museo- llegara a resolver su problemático contexto. Porque, previo a ningún museo –o simultaneo con él- sería necesario resolver de una vez la imagen lacerante del frente Oeste de Madrid pendiente, al menos, desde los tiempos del Marques de Cubas. Por aquella época no se conocía la importancia de los yacimientos arqueológicos que hoy deben impedir cualquier solución enterrada por muy elegante que sea. 

Tampoco se conocía por entonces la solución final de la Catedral de la Almudena, edificio a todas luces sonrojante para la ciudad y sus resignados habitantes. Un edificio que parece concebido por las más oscuras fuerzas del mal, y al cual no le basta con ser por ejemplo bendecido por el Papa. No es suficiente: el templo ligado ahora por los faustos acontecimientos de la Casa Real requerirían ser sometidas a un intenso trabajo extirpación y de exorcismo. Demasiadas razones tienen ya los republicanos para incrementarlas innecesariamente con más cadáveres austrohúngaros.

 Las mejores soluciones del concurso celebrado fueron, paradójicamente, las peores o más dañinas. Además de lesivas para el yacimiento, ponían la Catedral de la Almudena en bandeja de plata. Con ello, elevaban, consagraban, justificaban, dignificaban, exaltaban y ensalzaban una obra anacrónica e irredenta cuyo justo e impensable destino debiera ser su demolición o voladura. Dicho sea con el mayor respeto, afecto y agradecimiento (por otros conceptos) a sus autores. Tal es el destino merecido por esa obra pagana y anticristiana, que -por medio del siempre innoble esteticismo ecléctico- intenta agradar a todos con pobres inventos de espectáculo barato. Tal es la pendiente que lleva al kitsch, a la falsificación artística (o doble falsificación) que antecede -en tonos pastel de Lladró- a cada nueva instalación de Auschwitz en el mundo.

 Abrir un concurso de arquitectura sobre la imagen de la polis nos haría sentir el aire limpio de los nuevos tiempos. Así, con un solo Proyecto, se podría a la vez: 1) construir el filtro corrector del actual perfil de la cornisa madrileña, 2) instalar el museo en un nuevo, muy elevado, señero e insigne edificio que ocultara en lo posible el crudo maridaje entre los dos rancios y enmohecidos poderes: la Iglesia y la Monarquía, 3) compensar con tal impacto el perfil panorámico, ganando peso entre la Plaza España y San Francisco el Grande y, finalmente, 4) salvar los restos arqueológicos más importantes de la región.

 II

Otro de los documentos -este algo más voluminoso- presenta la alternativa propuesta en su momento por Antonio Vázquez de Castro con escritos y descripciones del Proyecto. Consiste en ocultar totalmente la infausta “catedral” con un nuevo edificio propio de nuestros tiempos y que, a manera de casto velo, suprima la vergonzosa silueta del engendro nacional católico. El Proyecto ofrecido contiene el gran valor de modificar para bien la fachada madrileña vista –por ejemplo- desde la Casa de Campo. Otro frente Oeste -menos innoble- de la ciudad, es posible. Presentamos fragmentos relevantes de su documentación:

[..] La alternativa planteada y desarrollada empieza por renunciar al aprovechamiento subterráneo en la Plaza de La Almudena, donde han quedado al descubierto importantes yacimientos arqueológicos.

El mismo criterio se aplicaría al diseño de la construcción en la parcela de Patrimonio, al Oeste de la Catedral, donde habría que preservar los previsibles restos de la antigua muralla árabe.

Estas condiciones del emplazamiento llevan a la idea de un edificio-urna que sobrevuele la Catedral insertándola en un tabernáculo invernadero de cristal, dentro de la nueva masa edificada que adquiera así una importancia significante como hito arquitectónico que contrarreste la ponente masa horizontal del palacio y destaque el mirador Sur-Oeste de su plataforma con un edificio singular.

[..] La idea generatriz del proyecto es el planteamiento de un gran edificio-cubierta que contenga dentro la Catedral, rodeada de jardines en condiciones medioambientales controladas (invernadero). El edificio persigue la forma de una gran tienda de campaña que cubra la Catedral y sus jardines.

El edificio obedece la al familia de los que la tecnología actual permite realizar, por adición a los edificios existentes (en este caso envolviéndolo pero respetándolo y mejorándolo) y evitando la mecánica urbana histórica de derribar para construir de nuevo en los cascos urbanos, cuando las nuevas necesidades lo exigen.

[..] Las posibles críticas que se basen en la pérdida de significancia exterior de la Catedral, en su presencia unida estrechamente al poder civil (iglesia y estado), herencia de otros tiempos, pueden balancearse con las ventajeas que tiene una solución como la propuesta en la que la Iglesia sigue donde estaba –respeto por la tradición y la Historia- pero ocupando un lugar más discreto y coexistiendo con un edificio cultural dentro de un sistema de valores democráticos en la que es conveniente y útil para todos la independencia de compromisos y símbolos civiles y religiosos que proclama nuestra Constitución.

En este sentido la propuesta es plenamente constitucional y de nuestra época.

Podemos, razonablemente, esperar que la Iglesia sería, dentro de esta estrategia de adaptación a los nuevos tiempos, la primera interesada en no ocupar un primer plano urbano tan destacadamente unido al poder civil, sino uno más discreto y menos comprometido que sea más acorde con los valores espirituales y atemporales que representa.

[..] Para el Museo de las Colecciones Reales, la mejora que supone el plantearlo en un edificio aéreo –no enterrado- es obvia. Las condiciones de las salas pueden ser las óptimas, con dispositivos de iluminación cenital perfectos y lo mismo ocurre con las distintas posibilidades de los circuitos de visitas dando un atractivo jardín invernadero, donde se inserta la Catedral, y con vistas excepcionales a la ciudad, la vega del Manzanares y la Sierra.

Estado posterior

Solución propuesta integrada en el dibujo de Pedro Haro.

III

Hoy -2016- ya la suerte está echada. El eficaz edificio de las Colecciones Reales está a la vista. Merece nuestro respeto: en lugar de haber ocupado su lugar de designio, ha dejado abierta -con la máxima elegancia y discretísima ubicación- la gran plaza como balconada de la ciudad: un espacio público impagable. Otros arquitectos en la historia de la arquitectura han sido justamente elogiados por dar un paso atrás. Aquí los arquitectos han hecho algo más: han evitado un nuevo y conspicuo bulto gracias a la sabia astucia del “salto abajo” para agazapar la nueva construcción. Hasta ahí, todo sean parabienes. El inconveniente –resoluble- radica en haber subrayado la “catedral” a la que se ha dotado de poderosa peana, aumentando así su tétrico y oscurantista monumentalismo.

actual

Vista aérea de las Colecciones Reales (2015). Emilio Tuñón Arquitectos.

El remedio no es problemático: bastaría con superponer a la monstruosa fantasmada eclesiástica y kitsch el envoltorio requerido: el edificio propuesto por Vázquez de Castro. En efecto, con todo ello a la vez que nos protegemos de esa fuente maligna de radiación directa, quitamos de los ojos inocentes esa obra de arqueotectura, ese ejemplo de repostería austrohúngara que jamás debiera haber existido. Con ello, además, a la vez que ocultamos la grave obscenidad catedralicia, podríamos -ahora con un nuevo y preferible destino- conseguir aquello que desde hace más de doscientos años necesita nuestra ciudad con urgencia: el benéfico, hermoso e instructivo Instituto de Estudios para la Ilustración.

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