10 marzo, 2016
Arquitecturas pequeñas 1/2
No son habituales las exposiciones sobre maquetas de arquitectura ni menos la reflexión sobre ellas mismas, sobre su calidad, su función o su sentido. Ahora el Metropolitan Museum de Nueva York presenta esta sencilla pero innegablemente interesante exposición sobre las maquetas precolombinas bajo el título de Design for Eternity: Architectural Models from the Ancient Americas (octubre 2015-septiembre 2016).
Las piezas presentadas son arquitecturas de pequeña escala, que no son modelos ni prototipos, de representación muy minimalista, sencillas y casi abstractas, elaboradas configuraciones incluso a veces con figurillas habitándolas.
Desde el primer milenio antes de Cristo hasta la llegada de los europeos en el siglo XVI, los artistas de la antigua América han creado modelos arquitectónicos a pequeña escala para ser colocados en las tumbas de personas importantes. Estos trabajos en piedra, cerámica, madera, y en la gama de metales van de las representaciones altamente abstractas y sencillas de templos y casas a la elaboración de complejos arquitectónicos pobladas y cifras. Tales estructuras en miniatura eran componentes críticos en la práctica funeraria y en las creencias sobre el más allá, y que transmiten un rico sentido de antiguo ritual, así como la vida cotidiana de los aztecas, los incas y sus predecesores.
Esta exposición, la primera de su tipo en los Estados Unidos, arroja luz sobre el papel de estos objetos en la mediación de las relaciones entre los vivos, los muertos y lo divino. También proporciona una mirada poco común a la arquitectura antigua de América latina, a la que no sobrevivió hasta nuestros días. Una treintena de préstamos notables de museos de los Estados Unidos y de Perú acompaña a las obras de la colección permanente del Metropolitan Museum, que es muy rica en este sentido, también de modelos o maquetas de Egipto o de China.
Muchas de estas piezas aparecen a principios del XIX, cuando la etnográfica se empieza a fijar en los elementos cerámicos de las culturas indias. Son piezas encontradas en un espacio enorme que va desde México al cono sur de América Latina, y también en un arco temporal extenso, desde el primer milenio antes de Cristo hasta la llegada de españoles y portugueses. Pertenecen a culturas indígenas muy diferentes: la cultura Nayarit o la Mezcala en México, la de los aztecas y los mayas que ocuparon más territorios, la Chorrera en Ecuador, la Wasi en los Andes peruanos, la de Cupinisque en la costa norte, la Nasca en la costa sur, la Moche, la Tiwanaku al sur junto al lago Tikicaca, antes de ser invadidos por los incas y después por el colonialismo europeo.
No son pottery normal, cerámica de uso cotidiano. Son representaciones de arquitectura: de estructuras domésticas simples a palacios más elaborados, de pequeños templos a piedras más grandes con plazas de gran magnitud.
Estos modelos precolombinos son una destilación de cierta idea sobre la significación simbólica de la arquitectura, y por otra parte la objetivación de un poder político (de construir para significarse) o de una práctica ritual (cosas que acompañan a los muertos, significarse también en el más allá), más que modelos de edificios específicos.
El conocimiento de estas piezas está cambiando así como está cambiando la arqueología al respecto del mundo iberoamericano, en tanto en cuanto se han desarrollado otras vías de conocimiento, por ejemplo:
- los avances en el conocimiento de la epigrafía de los Mayas
- la forma de excavar de la actualidad, que no arranca los objetos de su lugar sino que documenta y analiza el contexto en el que se encuentran (y del que partieron, o en el que nacieron); por ejemplo el Metropolitan Museum tiene más de 100 modelos de templos de la cultura Mezcala, pequeñísimos y bellísimos, pero muy pocos de ellos han sido encontrados en su pecio arqueológico originario
- las nuevas excavaciones, mucho más complejas y científicas, encontrando estructuras dentro de los nuevos yacimientos descubiertos tanto en Perú como en Chile.
- el no remitir estos objetos necesaria y unívocamente a modelos de arquitectura específicos sino a otras posibles funciones más allá de la proyección arquitectónica.
¿Fueron estas piezas, maquetas o modelos o simplemente imágenes? ¿Fueron estas piezas objetos simbólicos o en algún caso sirvieron para proyectar edificios reales?
Unas piezas son modelos (en cuanto instrumento de planeamiento urbano, o en cuanto representación geográfica o en cuanto representación cosmográfica). Otras piezas son instrumentos de sonido, o de decoración, o de representación edilicia, o de representación de un lugar. Algunas piezas, sobre todo de la cultura Recuay, en el norte de Perú, son consideradas por algunos autores como tableros de juego, pero incluso en este caso, no dejan de ser también representaciones arquitecturales.
Unas son objetos funcionales, vasijas (vessels de beber o de liturgia), otras son objetos conceptuales, objetos de poder para el más allá, objetos de enmarcar el más allá, lo que fuere ese otro universo.
Sabemos que las casas para los mayas eran más que moradas o refugios. Ellos consideraron la casa como centros cósmicos o como contenedores-arquetipo de las fuerzas sobrenaturales: el palacio no dejaba de ser la casa del señor, o el templo la casa del dios. En 1997 Pedro Azara organizó en Barcelona la exposición Las casas del alma (5500 aC. – 300 dC). Maquetas arquitectónicas de la antigüedad (16 enero – 15 junio 1997 en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona. Utilizó un bello título tomado del curator del Metropolitan Museum de Nueva York, William Flinders Petrie (1853-1942) que excavando en el Egipto medio, encontró los modelos en terracota de Rifa llamándolos soul houses.
Quien esté interesado por la arquitectura bonsai, esto es, por las macchiete o modelos de construcción, no puede dejar de estudiar el catálogo de la exposición organizada por Henry A. Millon y Vittorio Magnago Lampugnani, diseñada por Mario Bellini- sobre los proyectos de los grandes artistas del Renacimiento, Rinascimento: da Brunelleschi a Michelangelo. La rappresentazione dell’architettura, con 31 maquetas de edificios y cientos de dibujos, que fue patrocinada por la Fiat y presentada en 1994 en el Palazzo Grassi de Venecia. Por otra parte la exposición Leon Battista Alberti e l’architettura, patrocinada por Olivetti, se presentó en septiembre del 2006 en el Palazzo del Te de Mantua, ciudad que posee dos de las escasas obras construidas de este arquitecto, la iglesia de San Sebastiano y la de Sant’ Andrea. Los responsables de este estudio fueron Joseph Rykwert y Robert Tavernor que tradujeron asimismo al inglés el tratado De Re Aedificatoria que escrito en latín el artista presentó al papa Nicolas V en 1452. Dos ejemplares de esta obra se presentaban asimismo en Venecia. Las maquetas no sólo sirven de modelos para la construcción sino fundamentalmente de reclamo: son la pre-visión que evita los pre-juicios. Los detractores del proyecto Guggenheim Bilbao quedaron en silencio ante las maquetas presentadas por Frank Gehry. En 1989 el bilbaíno José Luis Iñiguez de Onzoño supo demostrar con la maqueta de los ascensores acristalados de Ove-Arup que no sólo se facilitaba el acceso de un público numeroso al interior de los pétreos muros del hospital de Sabatini de Madrid sino que así embellecía la plaza y daba una seña de identidad al Museo.
El subtítulo de la exposición de Venecia “la representación de la arquitectura”, nos hablaba también del carácter de estudio profundo de este trabajo. Se presentaba un excelente catálogo que no caía en el tópico de requerir para la arquitectura la soberanía de las artes plásticas, pues Millon sabe que, en las artes, la mano del genio es la que cifra categorías, y que los genios las saben traspasar. Por ello, junto a las maquetas, colocó dibujos y pinturas que contextualizaban tanto las labores arquitectónicas como la capacidad de los grandes maestros de imprimir su sello a cualquier actividad. Un apunte rapidísimo de Bramante, detallando el plano de su proyecto para San Pedro refleja de golpe la mutua organización de espacio y estructura, como lo hará la pintura de Mondrian. O un boceto de Miguel Angel para la iglesia de San Juan de los Florentinos recuerda la organización de los dibujos de Gio Ponti. Dos milenios antes de que Luis Barragány Oscar Niemeyer se convirtieran en iconos de la arquitectura moderna, artesanos precolombinos fueron modelando versiones a escala reducida de los edificios de sus ciudades en piedra, madera, arcilla, y la plata. Desde el segundo siglo aC hasta la llegada de los españoles, más de mil setecientos años después,incas ricos, aztecas y sus antepasados fueron sepultados acompañados de palacios en miniatura, casas o templos.