Curso 2010/2011

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Constantemente suceden cambios que exigen cierta adaptación, sin embargo estas oportunidades para replantear la realidad, nunca fueron tantas, ni de un impacto tan global. Somos testigos del cierre de un ciclo, afrontamos un escenario de crisis ecológica, económica y social. ¿Cuál es la arquitectura que estas nuevas condiciones demandan?

Como arquitectos la crisis nos asusta, la arquitectura (la que hasta ahora conocemos) es el último eslabón que se estabiliza en una crisis económica. Cuando se vuelva a producir, significará que la crisis esta terminando. ¿Existe una arquitectura de crisis?

El curso que planteamos y que abarcará los dos cuatrimestres,  pretende trabajar sobre programas y proyectos que ayuden a responder a esta pregunta.

EINSTEIN ya lo decía: “Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

 En este punto lo que queda es la acción, ser conscientes del fenómeno ya no es suficiente. Si crisis es oportunidad de cambio, lo que viene es evolución, innovación en pro de arquitecturas más sostenibles, flexibles, diversas, e integradoras.

Parte de la crisis que estamos viviendo es debida a que la arquitectura de los últimos años se ha basado, en muchos casos, en conseguir el “más difícil todavía”, y en otros, en construir el símbolo estético y formal de un municipio, gratuidades formales para hacer una “arquitectura-espectáculo”. Y se ha dejado en manos de otros la gestión del suelo y la creación de ciudad, permitiendo así que no existan garantías sobre la calidad e idoneidad de lo construido.

 Como arte de los límites, la arquitectura está en constante dialogo con la crisis. Sin embargo la palabra crisis que aparece muy a menudo en otros campos, es muy difícil de encontrar en el discurso arquitectónico. Puede haber arquitectos de emergencia y arquitectura de emergencia, pero no puede haber arquitectos de crisis o arquitectura de crisis. Sin embargo, la arquitectura es precisamente un efecto de la crisis. Si cada crisis actúa como una demanda urgente de nuevas formas de acometer los problemas, la crisis debe producir arquitecturas completamente nuevas.

Como no hace poco declaró en los medios de comunicación  HILLARY CLINTON “nunca hay que desaprovechar una buena crisis”.

Una crisis es un punto de inflexión, un momento decisivo en el que aparecen tensiones y señales desestabilizadoras que obligan a tomar en consideración la necesidad de un cambio de rumbo. Una crisis implica un cuestionamiento de nuestras creencias y nuestros hábitos, una corrección de percepciones y modelos de acción.

Trabajaremos durante el curso sobre   RE-proyectos  donde volvamos a pensar el proceso de creación arquitectónica desde la formulación de nuevos programas, nuevas relaciones de usos, superponiendo actividades, creando sinergias entre ellas. Los lugares pueden ser edificios obsoletos o quebrados por la crisis que requieran una reformulación desde la arquitectura y su reprogramación. Arquitecturas “low cost”, espacios fronterizos, asentamientos informales, estructuras en desuso, polígonos industriales abandonados,….. en definitiva, cualquier oportunidad para estar permanentemente reinventando aquello que nos rodea en esta etapa de crisis que debe ayudar a pensar en numerosas oportunidades de proyecto.

Como arquitectos no sólo debemos hablar sobre la crisis, sino también actuar sobre ella. Como ha dicho KOOLHAAS sobre la relación de la arquitectura con el caos (crisis):

 “La única relación que los arquitectos podemos mantener con el caos es ocupar nuestro legitimo puesto entre las filas de aquellos destinado a prevenirlo, y fallar”