22 junio, 2022
SALVAD EL COLEGIO DE MEDICINA
Desde su inauguración, hace medio siglo, el edificio ha sido objeto de muy diversos bulos: mentiras, falsedades y calumnias a la moda Posmodern por parte de las fuerzas locales de la envidia, la ignorancia y el casticismo provincial. En efecto, la obra fue recibida –acertadamente- como algo antiartístico, antirromántico y antipático. Su radicalidad poética o constructiva, su Modernidad -sin fáciles concesiones plásticas ornamentales o “modernistas”- fue considerada brutalista y por tanto impropia de la grata dulzura turística de las Islas Afortunadas. En tantos años, ni siquiera la Escuela Superior de Arquitectura propuso una Tesis de Investigación sobre sobre semejante objeto. Cuando Karel Teige impugna la artisticidad hormigonera de Corbusier, propone el Acero como alternativa materialista, ciertamente analítica y moderna, propia del mejor Constructivismo. El Acero desnudo en Occidente, después del fracaso ético, estético y epistémico de la Segunda Guerra Mundial, significó cierta recuperación de una escasa y valiosa Vanguardia tan golpeada durante los años de Fascismo Global. En Canarias, obviamente, esa nueva poética resultó irritante. Aun así, el Colegio hoy resiste con una nobleza digna de mayores cuidados y atenciones. El Colegio se hizo diacrónico y ampliable; por eso su Núcleo central no está en el Centro. Allí, la poética ligereza metálica no estuvo al servicio del original aspaviento, o de la inelegante gesticulación sino de la continuidad espacial panóptica y panmovil. Gracias a su leve encuentro con el suelo, el edificio obtuvo su Programa con una discreción y elegancia geográfica y paisajística libre de erecciones falocráticas y ordenes verticales manieristas o parastáticos. El “universo interior” principal que recorre el edificio alcanza un dinamismo cubista o espaciotemporal de ciudad interior y universalidad universitaria, difícil de encontrar en las demás Facultades. Es difícil encontrar tanta calidad arquitectónica (cantidad de cualidades) con tan poco peso y manipulación.
Como diría Anne Lacaton: derribar un edificio -por baja que sea la calidad arquitectónica de su arquitectura- es un acto de barbarie, de ruido, de contaminación, de entropía y destrucción del medio ambiente. Por favor, recapaciten.