Grupo de investigación de Crítica Arquitectónica ARKRIT / dpa / etsam / upm

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Sobre ARKRIT

El Grupo de Investigación ARKRIT se dedica al desarrollo de la crítica arquitectónica entendida como fundamento metodológico del proyecto. El ejercicio crítico constituye el principal gestor de la acción proyectual hasta el punto de que puede llegar a identificarse crítica con proyecto.
Si se considera que el objeto de la crítica no es el juicio de valor sino el estudio de las condiciones propias de cada obra, en relación a otras obras de arquitectura, en relación a otros campos del conocimiento y en relación a otras posibles teorías alternativas, podemos obtener de ella una imagen final flexible y abierta que permita tanto su comprensión veraz como la apertura a nuevos caminos en el curso de la arquitectura.
El Grupo de Investigación ARKRIT se constituyó en 2008 bajo la dirección del catedrático de Proyectos Arquitectónicos D. Antonio Miranda Regojo-Borges y, además de proyectos de investigación, entre las actividades del grupo se encuentra la dirección de tesis doctorales, así como una participación activa en el máster de Proyectos Arquitectónicos Avanzados (MPAA) desde el Laboratorio y el Taller de Crítica y coordinando numerosos Trabajos Fin de Máster.

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ARKRIT - GRUPO DE INVESTIGACIÓN DE CRÍTICA ARQUITECTÓNICA

Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid
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E-mail: arkrit@arkrit.es

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7 diciembre, 2017

Etiquetado en Concursos, Derechos, Programa, Vivienda contemporánea,

¿QUÉ HEMOS HECHO NOSOTROS PARA MERECER ESTO?

Marcos Cortes Lerín

Las bases para un reciente concurso de Arquitectura de vivienda colectiva promovido por una administración pública española rezaban del modo siguiente:

“La vivienda tipo dominante estará compuesta por salón, cocina, 3 dormitorios, cuarto de baño y aseo. Por ajuste del proyecto, se podrán hacer viviendas de 2 dormitorios (las mínimas necesarias) y de 4 dormitorios. Salvo en casos muy justificados, no se admitirán viviendas de un dormitorio. (…)Se procurará dotar a todas las viviendas de terraza privada con dimensiones y características que sean computables a efectos de superficie según la normativa de V.P.O. Se evitará accesos a viviendas por galerías abiertas, viviendas tipo dúplex, salones de paso, cocinas incorporadas al salón, dormitorios tipo “tubo”. (…) Los espacios exteriores comunes se dotaran de zonas ajardinadas, de relación y juegos de niños, y se dispondrá una piscina comunitaria.” 1

Nada que objetar al proceso planteado para la realización de las viviendas: un concurso de arquitectura abierto y, esperemos, transparente donde se busca la mejor propuesta para solucionar el programa planteado. El objetivo es buscar la mejor arquitectura para la ciudad y con esa misión nos volcamos.

No obstante, el problema viene del programa planteado. Esta Empresa Municipal parece no ser consciente de que el planteamiento de una vivienda como la descrita con anterioridad tiene un efecto devastador en el espacio doméstico capaz de iniciar una reacción en cadena que contamine al barrio primero y a la ciudad después. Leyéndolo con atención vienen a la mente las imágenes de las viviendas del Barrio de la Concepción retratadas en el largometraje ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ (Pedro Almodóvar, 1984); no sólo por los espacios urbanos y espacios interiores sino también por los roles sociales de cada uno de los personajes que interactúan en ellos: la madre, el padre, el hijo y la abuela.

Que las acciones previstas para nuestro inminente futuro recuerden a un largometraje de hace más de 30 años es preocupante y requiere una llamada de atención; una denuncia.

Resultan alarmantes las limitaciones establecidas en el pliego que niegan la heterogeneidad y complejidad social. El tipo de vivienda que plantea está directamente basado en la familia tradicional excluyendo cualquier otra alternativa habitacional que demande la sociedad. Así, quedan excluidas personas solteras, parejas recién emancipadas, autónomos que trabajan desde su hogar, personas mayores que requieren de la atención y cercanía de su familia, familias numerosas… De esta manera se consigue una segregación social clara: se ofrecen oportunidades para aquellos que siguen y aceptan vivir la norma y se excluye a aquellos que persigan un habitar diferente.

El programa no plantea espacios para habitar sino estancias para vivir claramente cualificadas para usos tajantemente establecidos por la convencionalidad cuya dualidad de uso día-noche y público-privado no deja alternativa alguna a las características habitacionales particulares de cada habitante. Estas estancias se asientan en una vivienda que no sólo niega el espacio tridimensional sino también el marco temporal. El programa: salón, dormitorios, cocina, cuarto de baño y aseo, se desarrolla en una única planta donde el límite establecido por la suma de los metros cuadrados útiles de cada estancia prima por encima del metro cúbico de calidad y cualidad espacial. Esta es, sin duda alguna, la concepción de la arquitectura habitacional como producto de mercado que se apila entre dos forjados horizontales repetidos hasta el infinito. Así, desaparecen cualidades espaciales de difícil encaje comercial como lo intermedio, lo intersticial, la flexibilidad, la polivalencia, las conexiones visuales, el espacio vertical, la oportunidad, la liberación, la multiplicidad, las nuevas tecnologías, los mecanismos abiertos, la expansión, la contracción, la versatilidad, la temporalidad, lo dinámico, lo adaptable…

Este planteamiento de estancia para vivir se lleva hasta los espacios de relación con el entorno proponiendo una terraza exterior ‘privada con dimensiones y características computables’ como único nexo espacial entre la vivienda y la ciudad. Un espacio exterior que no presta ningún servicio a la vivienda carente de las necesarias cualidades simbióticas entre interior-exterior. Son metros cuadrados ideales para un cerramiento de aluminio que permite incorporar dicha superficie al valor neto de la vivienda y que atenta contra el espacio público que son las fachadas de la ciudad.

El pliego niega también la relación entre hábitat y entorno. Se prohíbe de forma explícita la relación vecino-vecino y vecinos-ciudad en altura y se genera una zona común interior, aislada de la ciudad e inconexa con las viviendas sin ninguna cualidad social que fomente la relación entre los vecinos. Se trata de un espacio ensimismado, acotado y finito que no es ni plaza ni jardín. No es plaza porque no supone un espacio de experimentación de los modos de vida de los vecinos; tampoco es jardín porque no se concibe como una naturaleza acotada donde poder llevar a cabo un hábitat en continuidad con ella; es un espacio pseudo-urbano sin civilizar.

Esta zona común se entiende, una vez más, desde la óptica del mercado y el valor del suelo. Su superficie es el resultado de la suma de porcentajes de propiedad privada individual que corresponden a cada vecino en función de la superficie de su vivienda. Se propone, pues, un espacio de nadie compuesto por una suma de individuos en oposición a un espacio de todos donde los individuos se suman para formar una comunidad; esto último requiere de un espacio democrático, participativo, productivo, social, simbiótico, inclusivo… donde la transición entre lo público, lo semipúblico y lo privado no quede reducida a una concatenación desestructurada de espacios exteriores articulados por puertas de acceso.

En resumen: el programa del concurso en cuestión nace en pleno siglo XXI, pero ya obsoleto. No contempla ni la heterogeneidad ni la complejidad de la sociedad actual, no contempla los nuevos modos de vida contemporáneos y no fomenta la relación social entre vecinos. No contemplar estos factores en la vivienda colectiva contemporánea es proyectar arquitectura en descomposición.

No ponemos en duda que los ciudadanos vivirán de manera cómoda, con las calidades y confort necesarios para una vivienda digna. Sin duda alguna este concurso se realizará, se fallará y, si alguna otra crisis no lo impide, se construirá. Sin embargo, ¿Debe ser esta la oferta habitacional para la sociedad actual? ¿Se están teniendo en cuenta los nuevos modos de vida? ¿Preferimos la vivienda estática a la vivienda dinámica? ¿Es esta una vivienda de equidad entre los diferentes estratos sociales de la sociedad contemporánea? ¿Es este un planteamiento de vivienda inclusiva? ¿Es esta una vivienda de género? ¿Es esta la manera de fomentar comunidades plurigeneracionales? ¿Es esta una vivienda solidaria? ¿Es esta tipología habitacional la que se debería seguir planteando desde los mecanismos públicos de promoción de vivienda? ¿Qué ofrece la homogeneidad sino una falsa sensación de seguridad? ¿Es este el sentimiento de sociedad que queremos fomentar? ¿Es esta la ciudad que queremos proyectar? ¿Es que no tenemos derecho a habitar? ¿Es que no tenemos derecho a la ciudad?… ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?

concepción-pocero

Fig 1. Arriba: barrio de la concepción promovido por José Banús, 1953-58. Abajo: Residencial Francisco Hernando promovido por Paco ‘El Pocero’, 2008.

  1. Extracto del Pliego de Prescripciones Técnicas de uno de los tres concursos convocados por la Empresa Municipal de Vivienda de Córdoba (VIMCORSA) para la construcción de dos edificios de 104 viviendas y uno de 100 viviendas en tres parcelas distintas. Verano de 2017.
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