5 enero, 2017
LOS PERROS Y LA CIUDAD I: El ruido
Escribe Julio Llamazares a partir de datos fiables que España es el país más ruidoso del mundo. Tal cosa debería hacer saltar todas las alarmas sobre nuestro déficit de Modernidad y Civilización. Tampoco al cambio climático se le dio la importancia debida. Hoy ya es tarde para muchos de sus efectos. El ruido nos deteriora a todos, por ejemplo con problemas de sueño, a los que Cervantes atribuía la demencia de Don Quijote.
Los ruidosos perros en la ciudad son una plaga que nos envejece y nos daña el cerebro. También Cervantes en el Quijote lo comenta cuando escribe que los ladridos de perros en la Mancha “atruenan” los oídos. A los mejores escritores y pensadores se les distingue porque construyen Ilustración, Civilización y Modernidad para todos. Así, Yourcenar nos advierte sobre la brutalidad obscena del ladrido: Una cama deshecha ladra. Y Sartre, con el mismo sujeto, realiza un gran descubrimiento político: Todo anticomunista es un perro.
El déficit crónico del español en materia musical es patente. Desde el siglo XVIII, España –hoy más que nunca- brilla por la mediocridad o bajeza de casi toda su producción musical. Excluyendo el flamenco, el déficit musical de España es clamoroso, gigantesco y ruidoso en cualquiera de sus formas clásicas o populares. Aparte de la incuria ministerial respecto a la docencia musical, no es atrevido decir que el culpable mayor de tanta miseria es el ruido ambiente dondequiera que uno se encuentre. El conocido “desierto musical español” nos avergüenza ante el mundo por la ínfima calidad de su producción. Esa esterilidad musical no puede ser separada del alto nivel de ruido en tantos entornos inciviles como hay en el país.
Combatir el ruido en las calles significa civismo en progreso y derecho a la ciudad. La contaminación acústica y la agresión del ruido son causa de enfermedades físicas o mentales. Las campañas contra el ruido se pueden pagar ampliamente con el ahorro en gasto sanitario.
La ciudad sufre dos tipos de ruido: el ruido de figura y el ruido de fondo. Ambos son malignos destructores de neuronas. En las ciudades aún por civilizar el ruido de fondo es continuo debido al tráfico rodado. Aunque el oído pueda acostumbrarse a él, no significa que el cerebro no sufra ni se embrutezca. Sin embargo los ruidos más molestos, indeseables o enloquecedores que sufre la ciudad provienen de fuentes puntuales: bocinas, sirenas, obras, petardos… Entre ellas, la histeria estrepitosa y la repentina agresividad del ladrido perruno.
Los perros que ladran no son asunto de Civilización universal sino solamente de las culturas locales. Hoy la moda cultural de la mascota canina se ha difundido: ha alcanzado a invadir la mente acomplejada de la pequeña burguesía iletrada. Paseando por las calles de la ciudad es raro que pasen tres minutos sin que se escuchen ladridos de perro. Un solo ladrido en la calle es un ruido invasivo repentino, inmediato, sorpresivo y discontinuo que afecta, cuando menos, a cientos de personas: niños, enfermos, trabajadores… en cientos de metros a la redonda.
El perro no es de ningún modo el mejor amigo del hombre; más bien es el mejor amigo del amo, con quien es servil y abyecto. Al igual que la extrema derecha, ladra feroz a los refugiados, los vagabundos, los pobres y los menesterosos.
Proponemos más pedagogía municipal en las calles para salvar la calidad urbana de la ciudad y la salud mental de los ciudadanos, a la vez que aumentan los ingresos municipales. Con el fin de controlar la sinrazón acústica, el Ayuntamiento de Madrid debe poner en marcha una Brigada de Vigilantes a desplegar por las calles, al modo de los bobbies de barrio londinense.
Esa Brigada Cívica, uniformada y organizada por parejas, no llevará armas pero tendrá autoridad para pedir la identificación y documentación correspondiente. Además de la simple función de vigilancia, la patrulla tendrá también una función pedagógica frente:
Al motorista con tubo de escape estruendoso;
Al que arroja cualquier residuo en la acera;
Al que sacude una alfombra desde su balcón;
Al amo del atronador y ofensivo perro ladrador;
Al que grita y vocifera en la calle;
Al que permite a su perro ensuciar las aceras;
Al bocinero impaciente y ruidoso del automóvil;
Al que cierra su terraza para apropiársela;
Al templo cuyas campanadas niegan ciudadanía;
Al decorador urbano con su zafio graffiti;
Al entusiasta y descerebrado petardista; etc.
A la Patrulla o Brigada Cívica nunca le faltaría trabajo para que los diversos hechos culturales locales no destruyan la Civilización única y de todos.
Mapa Estratégico de Ruido de Madrid 2011. Rango entre los 50dB y 75 dB; verde y magenta respectivamente. Para ver un mapa del ruido por distritos pinchar aquí.