Grupo de investigación de Crítica Arquitectónica ARKRIT / dpa / etsam / upm

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Sobre ARKRIT

El Grupo de Investigación ARKRIT se dedica al desarrollo de la crítica arquitectónica entendida como fundamento metodológico del proyecto. El ejercicio crítico constituye el principal gestor de la acción proyectual hasta el punto de que puede llegar a identificarse crítica con proyecto.
Si se considera que el objeto de la crítica no es el juicio de valor sino el estudio de las condiciones propias de cada obra, en relación a otras obras de arquitectura, en relación a otros campos del conocimiento y en relación a otras posibles teorías alternativas, podemos obtener de ella una imagen final flexible y abierta que permita tanto su comprensión veraz como la apertura a nuevos caminos en el curso de la arquitectura.
El Grupo de Investigación ARKRIT se constituyó en 2008 bajo la dirección del catedrático de Proyectos Arquitectónicos D. Antonio Miranda Regojo-Borges y, además de proyectos de investigación, entre las actividades del grupo se encuentra la dirección de tesis doctorales, así como una participación activa en el máster de Proyectos Arquitectónicos Avanzados (MPAA) desde el Laboratorio y el Taller de Crítica y coordinando numerosos Trabajos Fin de Máster.

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ARKRIT - GRUPO DE INVESTIGACIÓN DE CRÍTICA ARQUITECTÓNICA

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07_2014.04.28  Jesús Gago Dávila. CRISIS qué CRISIS

22 mayo, 2014

CRISIS, ¿QUÉ CRISIS?

Jesús Gago Dávila

Nota al título 1

La acusada polisemia del término ‘crisis’, sobre todo ahora en tiempos de uso de ese término tan extendido como poco atento y desconsiderado, aconseja detenerse un instante para tratar de aclarar de qué hablamos cuando hablamos de crisis.

La muy deliberada misión de corromper el lenguaje (hoy casi inadvertida, por lo cotidiana que ha llegado a ser su práctica), tiene un origen bien reconocible en el ya lejano comienzo de la ‘guerra fría’ y un ejemplo extraordinariamente representativo (y trascendental) en la adopción del término ‘mercado’ para designar lo que nunca fue otra cosa que el sistema capitalista (‘capitalismo’), evocador de tanta explotación y sufrimiento como los que le han acompañado en su ya dilatada historia 2.

En el plano ideológico, haber conseguido universalizar esa ‘mutación semántica’  ha sido uno de los más conspicuos éxitos de la clase dominante en la inacabada y persistente lucha de clases.

Sobre tal equívoco se ha edificado un ‘credo’ (con sus fieles fundamentalistas y consiguiente ‘cruzada’) que bien mirado no deja de ser un mito, ni otra cosa que una falacia de proporciones descomunales.

En una situación de compleja y profunda división social del trabajo, la facultad que se le atribuye al ‘mercado’ (como instrumento de intercambio) para asignar eficazmente recursos en determinados planos y facetas de la actividad humana, se ha pretendido falazmente predicar como atributo del sistema en su conjunto, es decir como la cualidad distintiva del capitalismo.

A partir de esa ilusionista maniobra se ha logrado camuflar una de las esencias (‘quintaesencia’, se podría decir) del capitalismo en su devenir histórico, que no es otra que la fatal reiteración de los momentos críticos (de ‘crisis’) inherentes a sus peculiares y genuinos procesos de acumulación de capital. Crisis, particularmente de sobreproducción de bienes, o como la presente, de exceso de capacidad productiva (capital fijo y fuerza de trabajo y también ahora, de exceso de otras modalidades de capital en búsqueda de aplicación y nuevo refugio) y en definitiva de despilfarro y destrucción de recursos y, más recientemente, de amenazante riesgo de desaparición del planeta. Ahí, en esa orgía destructiva, se pone en evidencia el mito de la “eficiente asignación de recursos”.

En España, que en esto dista mucho de ser una excepción, está prácticamente todo por hacer en al análisis del papel desempeñado por ‘lo inmobiliario’ en el proceso de acumulación de capital en los diferentes periodos de la historia local del capitalismo español. A mi juicio es crucial intentarlo, y de ahí mi propósito en esta ocasión de ensayar siquiera con muy gruesas pinceladas un primer esquema interpretativo sobre el modo en que se han sucedido los dos/ tres últimos ciclos inmobiliarios, con sus consiguiente fases ascendente y descendente. Para ello me centraré aquí tan solo en dos variables expresivas de las diferencias entre los referidos ciclos: el volumen de la oferta y la evolución de los precios (constantes).

Fuentes: Elaboración propia para este artículo a partir de datos de Colegios de Arquitectos, Aparejadores, Asociación Hipotecaria Española y otras fuentes coincidentes. 

La sola forma de la curva (las nuevas viviendas iniciadas como indicador aproximado del volumen de oferta) ayuda a describir bien los dos/tres ciclos a los que antes hicimos mención: el primero que tiene su arranque al comienzo de los 60 tras el Plan de Estabilización (1959) que marcó el  fin del periodo autárquico, culmina su fase ascendente en la primera parte de la década de los 70 (1973), prolongándose tras ello su fase descendente hasta mediados de los 80 (1985). Ahí se inicia un nuevo ciclo mucho más corto, e incluso discutible en tanto ciclo con naturaleza propia e independiente-, que apenas dura en su fase ascendente hasta principios de los 90 (1990-91) y en su fase descendente hasta la segunda mitad de esa década (1995). A partir de ahí comienza el que será el último de los ciclos con fases ascendente (1997-2007) y descendente  (2007-201?…) ambas de muy dilatada duración

En las tablas que se muestran a continuación se recogen los que a nuestro entender son los datos indispensables para entender, caracterizar y explicar algunos de los rasgos más definitorios de los referidos periodos.

Fuente: Elaboración propia para este artículo a partir de diversa fuentes contrastadas: Mº  Fomento, Sociedad de Tasación, Colegio de Registradores, Colegio de Aparejadores.

El periodo intermedio (1985-1997), al que a los solos efectos de análisis hemos caracterizado como ciclo diferenciado, tiene ambas fase ascendente y descendente de duración más corta que los dos principales que lo enmarcan desde sendos extremos temporales; en  la primera de poco más de 5 años de duración los precios experimentan un crecimiento desbocado, más intenso que en ningún otra fase ascendente: en términos reales se duplican en tan breve fase con una tasa promedio anual de aumento del 13,65% (precios constantes), sensiblemente superior incluso a la de la posterior formación de la Gran Burbuja, que presenta una media de solo (¡.. ¡) el 8.41% (igualmente en términos reales), en ambos casos muy superiores a las tasas (reales) de crecimiento del PIB

Pero al mismo tiempo (1985-1991), esa repentina elevación de precios (de carácter netamente especulativo), alimentada sin duda por la euforia del más intenso crecimiento del PIB que se registra precisamente en ese mismo periodo (con tasa anual promedio de 4,16%) no vino acompañada (a diferencia de lo ocurrido casi invariablemente en otras fases expansivas y singularmente con la última (1997-2007), con un crecimiento de la oferta: la media del número de viviendas iniciadas anualmente (240 mil) que es sensiblemente inferior incluso al de la fase descendente del precedente ciclo, no llega ni siquiera a la mitad de la cifra promedio del boom subsiguiente (1997-2007).

Del primer ciclo, aquí convencionalmente acotado entre 1960 y 1985 (fase ascendente 1960-1973 y descendente 1974-1985), no existe registro alguno de precios (al menos a nivel nacional) con un mínimo de garantía de fiabilidad, por lo que el comportamiento de su evolución resulta bastante desconocido, si bien es sabido que registró algunos momentos de fuerte intensidad. No obstante la significativa proporción de viviendas protegidas (VPO en sus diferentes modalidades,) con muy destacada presencia de la promoción pública en los años de arranque de la fase expansiva y luego con el relevo de las de promoción privada pero protegidas, junto con la entronización del régimen de ocupación en propiedad y la ausencia de un ‘sistema estable de financiación’  3 son elementos que contribuyen a diferenciar con nitidez este primer ciclo sobre todo con respecto al más reciente.

En cuanto a este último no se sabe qué es más destacable (o más dañino) si la abultada producción, con el despilfarro de recursos que representan las viviendas que a todas luces sobran (sarcástica muestra de la célebre ‘eficiencia en la asignación de recursos’ por parte del ’mercado’) o los devastadores efectos de las subidas de precios con sus consiguientes vaivenes, entre otras cosas, en el tan fugaz enriquecimiento  como súbito empobrecimiento de los millones de familias que ocupan su vivienda gracias a un título de propiedad (en buena parte, hasta aproximadamente un tercio del total de dichas familias, en el mejor de los casos ‘compartido’ con su banco).

Entre los varios mitos arrasados por el ‘tsunami’ causado por la explosión de la Gran Burbuja, conviene resaltar, aunque sea de pasada, solo dos:

  • el fin del tabú sostenido con fervor y salvo muy honrosas excepciones por prácticamente la totalidad de todo un gremio profesional (los economistas, que con respecto al asunto que nos ocupa se habrían ganado merecidamente la más peyorativa denominación de ‘secta’) consistente en negar, incluso epistemológicamente, y ni siquiera como posibilidad remota, la existencia de una burbuja inmobiliaria.
  • estrechamente vinculada al mito anterior, la extendida y muy arraigada creencia popular, nunca desmentida por eso mismos sedicentes expertos, sobre la cuasi metafísica imposibilidad de los descensos de precios en el mercado inmobiliario: sin embargo, en el periodo 1991-1997 , es decir antes del boom, los precios en términos reales ya habían caído casi un 18% (a una tasa anual promedio de -2,72 %) y tras la explosión de la burbuja han vuelto a caer de nuevo al menos un 35% (y la cosa continúa…) ,a una tasa anual promedio del -6%.

Fuente: Elaboración propia para este artículo a partir de diversa fuentes contrastadas: Mº  Fomento, Sociedad de Tasación, Colegio de Registradores, Colegio de Aparejadores, etc.

En cada uno de los tres periodos o para ser más precisos en cada uno de los dos grandes ciclos (considerando el segundo periodo como un mero intermedio o tránsito), el papel de ‘lo inmobiliario’ en el proceso de acumulación capitalista (en España, pero no solo), ha sido radicalmente distinto.

Para no entrar aquí en materia propia de una importante investigación por hacer, bástenos apuntar por el momento un rasgo distintivo: en relación con el proceso de acumulación, en el primer ciclo la importancia de lo inmobiliario, singularmente en la esfera del alojamiento, tiene que ver, sobre todo, con la producción de las condiciones materiales que permiten y aseguran el mantenimiento y la reproducción de la fuerza de trabajo; en el último ciclo, en cambio, lo distintivo es el masivo proceso de gigantesca desposesión de rentas 4 (sobre todo futuras) a las capas populares a través de la última estafa piramidal de dimensiones planetarias, perpetrada por el cartel inmobiliario-financiero. La extensión de las desigualdades y la clamorosa y sintética evolución aceleradamente regresiva del coeficiente Gini, así lo atestiguan.

Finalmente, el delirio posmoderno que en su versión local-castiza arranca con “El fin de las ideologías” de Gonzalo Fernández de la Mora y adopta vuelos cosmopolitas con Fukuyama decretando el Fin de la Historia [1992], dio lugar a otros sepelios menores entre los cuales ‘el fin de los ciclos económicos y de las consiguientes crisis’. Por más que la realidad se encargase día tras día de desmentir tamaña fantasía, esa idea caló profundamente y fue moneda común dispensada por los ‘economistas’ durante casi dos décadas, hasta que se presentó inopinadamente no ya un nuevo episodio de crisis coyuntural, localizada o incluso sectorizada (que de todo hubo en esos años) 5, sino una de las que ahora han dado en llamarse ‘sistémicas’ o sea la Gran Crisis reedición de las históricamente más perturbadoras, la última de ellas el crac del 29. En esas estamos.

  1. El presente artículo es parte de uno más amplio ¿FALTAN VIVIENDAS?: QUÉ PASA CON EL CENSO…….Y ALGO MÁS publicado recientemente por el Club de Debates Urbanos “Madrid: Materia de debate”
  2. Que de puro dilatada, trata de presentar como ‘historia natural’ lo que no deja de ser sino una breve aunque densa peripecia en la larga marcha de la humanidad.
  3. De ahí perdura la denominación todavía en uso de ‘la letra del piso’, para designar el pago periódico de la deuda hipotecaria al banco.
  4. Como lucidamente nos ha mostrado David Harvey (”Ciudades rebeldes” Akal 2013): ”en esos momentos de’ destrucción creativa’ en que la economía de acumulación de riqueza se transfigura violentamente en economía de desposesión”.
  5. México, Sureste asiático, Argentina, punto.com y otros ejemplos citados y analizados entre otros  por P. Krugman, ver “El Retorno de la Economía de la Depresión”. Barcelona: Editorial Crítica, 2009.
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