Grupo de investigación de Crítica Arquitectónica ARKRIT / dpa / etsam / upm

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Sobre ARKRIT

El Grupo de Investigación ARKRIT se dedica al desarrollo de la crítica arquitectónica entendida como fundamento metodológico del proyecto. El ejercicio crítico constituye el principal gestor de la acción proyectual hasta el punto de que puede llegar a identificarse crítica con proyecto.
Si se considera que el objeto de la crítica no es el juicio de valor sino el estudio de las condiciones propias de cada obra, en relación a otras obras de arquitectura, en relación a otros campos del conocimiento y en relación a otras posibles teorías alternativas, podemos obtener de ella una imagen final flexible y abierta que permita tanto su comprensión veraz como la apertura a nuevos caminos en el curso de la arquitectura.
El Grupo de Investigación ARKRIT se constituyó en 2008 bajo la dirección del catedrático de Proyectos Arquitectónicos D. Antonio Miranda Regojo-Borges y, además de proyectos de investigación, entre las actividades del grupo se encuentra la dirección de tesis doctorales, así como una participación activa en el máster de Proyectos Arquitectónicos Avanzados (MPAA) desde el Laboratorio y el Taller de Crítica y coordinando numerosos Trabajos Fin de Máster.

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ARKRIT - GRUPO DE INVESTIGACIÓN DE CRÍTICA ARQUITECTÓNICA

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Portada

25 junio, 2015

CONSTRUCCIÓN DESTRUCTIVA. La lucha por la supervivencia.

Marcos Cortes Lerín

Después de dos años luchando con las autoridades municipales para conseguir el permiso de construcción, Ze’ev Rechter consiguió llevar a cabo su encargo de un edificio de viviendas aislado en Tel Aviv, en la esquina del boulevard Rothschild y la calle Maze: la Engel House (1934).

La batalla no fue por introducir un vacío urbano que no sólo articula la organización del edificio sino que dota de un espacio común y ajardinado a los vecinos, tan importante en un clima como el de Tel Aviv; tampoco fue por la radicalidad maquinista de su volumetría salpicada por salientes de balcones y ventanas que subrayan la condición tridimensional de un lienzo blanco de fachada lisa; y tampoco se libró la batalla administrativa por la prolongación de la estructura del edificio y el remate, en su encuentro con el cielo, con una marquesina que enmarca las vistas de la ciudad desde lo alto del edificio además de evidenciar que la cubierta tiene, también, un uso colectivo por parte de los vecinos.

[fig. 23e]

Ze’ev Rechter. Engel House (1934). Vista del patio interior y del espacio común en cubierta. L’architecture d’aujourd’hui nº9. Septiembre 1937.

La disputa con las autoridades fue la elevación de la planta baja, sobre pilotis, precisamente en la esquina donde se sitúa el proyecto. Consciente de que la fachada más importante, el lado largo donde se sitúa el nuevo vacío interior, no vuelca hacia el gran boulevard, Rechter logra incorporarlo a la arteria principal de la ciudad y viceversa a través de los pilotis. La prolongación visual desde el boulevard hasta el jardín interior no sólo incorpora ese espacio común a la ciudad sino que permite leer las fachadas interiores como fachadas urbanas; a través de la liberación de la planta baja, el nuevo vacío ajardinado establece un diálogo edificio-ciudad que actúa como colchón entre lo privado de las viviendas y lo público de la ciudad.

  ‘El edificio sobre pilotis en el boulevard Rothschild ha hecho escuela’. Así comienza el reconocimiento a este edificio en un pequeño texto que acompaña a las fotografías y las plantas del edificio publicadas en el número 9 que la revista  L’architecture d’aujourd’hui dedicó a la arquitectura en Palestina en septiembre de 1937. Efectivamente, más allá de considerar el proyecto de la Engel House como el primer edificio sobre pilotis de Tel Aviv, el edificio ofrece una lección de arquitectura funcional y sencilla al servicio de la ciudad; un proyecto de da liebre por gato; un edificio que con los mínimos elementos consigue aportar las máximas cualidades y calidades espaciales tanto arquitectónicas como urbanas. Es, en definitiva, un edificio por y para la ciudad de Tel Aviv y un ejemplo de la universalidad de los ideales modernos.

[fig. 23a]

Ze’ev Rechter. Engel House (1934). Vista de los pilotis y planta. L’architecture d’aujourd’hui nº9. Septiembre 1937.

Este proyecto de Rechter forma parte de las numerosas arquitecturas que se realizaron en los años 30 y que ayudaron a definir la ciudad. Tel Aviv, fundada en 1909 y con el planeamiento urbano realizado por Patrick Geddes en 1925 ya instaurado, acogió la llegada de miles de inmigrantes judíos que se veían forzados a dejar atrás sus países de origen ante la imparable llegada del fascismo en Europa. Entre estos inmigrantes se encontraban numerosos arquitectos que se habían formado en diversas ciudades europeas y que, ante la gran demanda de vivienda, vieron en la ciudad un tabula rasa para adaptar y llevar a cabo la arquitectura moderna que se estudiaba y construía en Europa; la ciudad pronto se llenó de esta nueva arquitectura de vanguardia.

El legado de la arquitectura del movimiento moderno comienza a formar parte no sólo de la historia de la arquitectura sino de la historia de nuestras ciudades. La arquitectura moderna, la buena arquitectura, pervive precisamente porque va más allá de la lectura estilística y superficial que Hitchcock y Johnson realizaran en su exposición ‘El estilo internacional’ de 1932. La universalidad de sus conceptos y su capacidad de adaptación ha permitido que los ideales modernos fueran exportados, adaptados y ejecutados con éxito en numerosas localizaciones periféricas a su lugar de origen. Esta es la defensa que se debe de hacer de la arquitectura moderna.

Conservar la arquitectura moderna es volver a entender su método filosófico y su manera de abordar cuestiones arquitectónicas. Defenderla es acercarla a la ciudadanía y enseñar a las instituciones públicas que la modernidad no fue un estilo de época sino un logro arquitectónico panhumano más allá de las fronteras políticas y culturales. Restaurar la arquitectura moderna es devolverle la dignidad que se merece.

En la actualidad, Tel Aviv forma parte del patrimonio mundial. La UNESCO ha reconocido el impacto cultural y arquitectónico de la ciudad; hay 4000 edificios construidos entre 1931 y 1956 de los cuales 2087 están protegidos y 120 de ellos deben estar estrictamente preservados. Sin embargo, preservar esta arquitectura resulta una ardua tarea de encontrar el equilibrio entre los intereses privados de los propietarios, los intereses públicos de la ciudad y el acceso a financiación económica; cualquier esfuerzo es poco y la modernidad se lo merece todo.

La Engel House sigue en pie y puede ser visitada aunque se advierte que las imágenes que se verán pueden herir la sensibilidad arquitectónica. Sin prestar atención a la pérdida del color blanco y al crecimiento incontrolado de la vegetación del jardín, pues el color es ajeno al buen funcionamiento de la arquitectura y la vegetación dota de una sombra esencial para el uso de ese tipo de espacios en un día de verano, el edificio ha sido profanado en todos sus sentidos.

A día de hoy este edificio sigue sin ser comprendido ni por los vecinos, ni por la ciudad ni por las autoridades municipales.  Más allá de cubrir la marquesina en la parte superior del edificio por una cubierta a dos aguas y de la aparición descontrolada en fachada de numerosos aditivos que responden a las necesidades particulares de cada vecino,  la planta baja libre ha sido, finalmente, rechazada.

[fig. 23a]

Ze’ev Rechter. Engel House (1934). L’architecture d’aujourd’hui nº9. Septiembre 1937 y fotografía actual del autor realizada en 2014.

El edificio, que tanto dio a la ciudad, ha sido desvirtuado por un tapial de ladrillo blanco; algo tan simple como eso. Ya no existe relación visual; ya no existe colchón entre lo privado y lo público; ya no tienen sentido las fachadas interiores, tan urbanas como las exteriores. Finalmente, y después de 80 años, las autoridades municipales han ganado la batalla.

Con la construcción del tapial hay menos arquitectura; hay menos ciudad. Como a Rechter en 1934, no nos queda más que seguir luchando.

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