
28 mayo, 2015
BIBLIOTECA EN EL RETIRO. La arquitectura sin estridencias
Toda intervención en un edificio histórico exige siempre al arquitecto una reflexión y un desafío específicos. Así, establecer el grado de compromiso que la nueva intervención debe adoptar respecto a la preexistencia plantea serias dudas acerca del hasta dónde la nueva propuesta debe imponer sus propias leyes o, en sentido contrario, hasta qué punto el antiguo edificio debe resultar determinante.
Parece lógico pensar que cada edificio histórico establece, en función de sus propias condiciones, el nivel de compromiso que le es debido, y que es labor y responsabilidad del arquitecto encontrar el punto de equilibrio entre los valores intocables de la preexistencia y los intereses y expectativas irrenunciables de la nueva arquitectura resultante.
Encontrar este punto de equilibrio no siempre es fácil. El excesivo respeto y un exagerado afán conservador pueden, en ocasiones, derivar en una actitud timorata que repercuta en un resultado inane. Por el contrario, una actitud iconoclasta, conduce no solo a la destrucción del patrimonio edificado, sino a lo que puede resultar aún más grave, como es la pérdida de los valores ambientales e históricos, pertenecientes a la memoria colectiva.
La intervención de los arquitectos Sebastián Araujo y Jaime Nadal en la antigua Casa de Fieras de El Retiro constituye un magnífico ejemplo de lo que supone encontrar ese punto de equilibrio. La reconversión en biblioteca pública del antiguo pabellón real que albergaba las celdas y dependencias destinadas a los animales, implica una transformación arquitectónica importante no exenta ni de osadía, ni de respeto. Se podría afirmar que, en este caso, la acción transformadora ha servido para valorar, más allá de lo esperable, una arquitectura histórica que, por otra parte, tiene un valor arquitectónico relativamente pobre.
Leer rodeado de naturaleza constituye posiblemente una de las imágenes más arquetípicas de lo que algunos humanos concebimos como paradigma de una plácida e iluminada felicidad. El proyecto de una nueva biblioteca en la Casa de Fieras de El Retiro parece haber tenido esa imagen soñada como meta. Para conseguir el efecto de inmersión en la naturaleza, que los autores califican como de biblioteca nórdica, al tiempo que se respetaban y reforzaban las cualidades del edificio histórico, resultó necesario adoptar un conjunto de decisiones certeras.
En primer lugar, mantener casi intacta la fachada sur, aquella que, por más pública, pertenece a la memoria de la ciudad. Con ello, se salvaguardaba la imagen más conocida del edificio y, consecuentemente, los aspectos ambientales de esa zona de El Retiro. Las cajas de vidrio que sobresalen en esta fachada, sin alterarla, pueden entenderse como un gesto que busca recordar a las antiguas jaulas de las fieras, hoy necesariamente desaparecidas; pero estas cajas son mucho más que un simple guiño y están cargadas de intención, ya que introducen al lector en el parque de modo que pueda disfrutar de una posición privilegiada que es, al mismo tiempo, interior y exterior.
Superior: Fotografía de época de la Casa de las Fieras; Inferior: Re-conversión en biblioteca por Araujo y Nadal (2013)
No menos acertada resulta la decisión adoptada respecto a la fachada norte, la menos conocida y la menos soleada. Con buen criterio, se optó por ampliar una crujía a todo lo largo de esta fachada de modo que sus gruesas fábricas de ladrillo, de huecos muy limitados, pasaban a ser un elemento divisorio interior. La nueva crujía se resuelve mediante una ligera estructura de madera y un, aún más ligero, muro cortina de acero inoxidable y vidrio. La pauta que rige toda la intervención es clara: mantenimiento de los valores arquitectónicos, constructivos y materiales del edificio histórico, y diferenciación precisa de toda nueva aportación. El resultado es un conjunto de ampliaciones, respetuosas pero sin mojigatería, que se resuelven con gran eficacia, sencillez, claridad y uniformidad constructivas. Los materiales empleados son la madera, el acero inoxidable, el vidrio y poco más.
Un análisis pormenorizado del edificio da cuenta de la calidad del proyecto. Cabe reseñar la modulación, basada en la medida de la crujía del edificio histórico y que permite resolver, con orden y limpieza, tanto la estructura, como la construcción y los detalles. El rigor establecido por el módulo determina la posición ordenada de las escaleras, el acceso y los patios de modo que todo parece haber encontrado el sitio que le corresponde.
Aunque de menor trascendencia, pueden reseñarse también muchas decisiones no exentas de valor, como recuperar las antiguas “gateras” por las que se hacía pasar a los animales, o las aperturas en el piso de la planta primera a través de las cuales el rey podía contemplar sus fieras desde arriba.
La decisión de pintar la estructura de madera de negro es, sin duda, una decisión difícil y controvertida pero, a la vista del resultado, no debe juzgarse desacertada. El negro produce un cierto efecto de desaparición de la estructura, como si de una “caja negra” teatral se tratase, aumentando así la profundidad de los espacios, sobre todo en su visión nocturna, al tiempo que pone en valor aquello que siempre se ha pretendido valorar: la preexistencia, el parque y la propia actividad.
Posiblemente, una de las características más relevantes y extraordinarias del edificio resida en el cambio de apariencia que este experimenta entre el día y la noche. Durante el día, los cerramientos de vidrio reflejan los árboles y las tonalidades del parque persiguiendo una máxima integración en el mismo, en tanto que el interior se muestra de una forma velada y discreta. Por la noche, en cambio, la actividad interior es deliberadamente mostrada, aportando vida y luminosidad al parque. En ambos casos, pareciera que la arquitectura renuncia a todo el protagonismo derivado de formas y volúmenes complejos y monumentales, para cedérselo a la actividad y al medio. Sin embargo, no puede decirse que la arquitectura esté desaparecida; todo lo contrario, la arquitectura está presente permanentemente como operador necesario para que lo extraordinario tenga lugar.
El trabajo de AyN en la Casa de Fieras debería convertirse en un referente de la arquitectura madrileña de los últimos años. La relativa modestia del encargo, la pequeña envergadura de la actuación, la discreción y la contención de la propuesta, no deben dejar pasar por alto un ejercicio de inteligencia que es un regalo para la ciudad. Frente a la abundancia de arquitecturas que pretenden hacerse notar a través de lo volumétrico, lo formal o lo plástico, la biblioteca en El Retiro trabaja desde lo específicamente arquitectónico para ponerse, sin servilismo, al servicio de la ciudad y de los ciudadanos.
Salón de actos de la biblioteca. Araujo y Nadal (2013)
NOTA: en el proyecto de biblioteca en El Retiro ha intervenido también Mª Jesús Martelez, colaboradora habitual del estudio Araujo & Nadal