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Dónde estamos
21. Laocoonte o sobre los límites de la pintura y la poesía
isbn
9788425432651
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La incisión que permite empezar a pensar la arquitectura como una ciencia y a separarla de las artes fue trazado por Lessing, el secretario de Voltaire. La ilustración que fue capaz de trazar una Fenomenología del Espíritu era, también, capaz de deslindar distintas formas de pensar.
La pregunta que formula el título del libro es de apariencia simple: ¿Qué distingue a la literatura de otras formas artísticas de expresión como la escultura o la pintura? Lessing compara la descripción que hace Virgilio de la desgracia de Laocoonte, en la Eneida, con la famosa escultura de mármol que representa ese mismo episodio y fija su atención en la boca del sacerdote troyano. De acuerdo con la mitología griega, Laocoonte fue el único que advirtió a los habitantes de Troya de la posible trampa del caballo de madera, pero nadie le escuchó, y los dioses, como castigo, enviaron dos serpientes para que lo mataran a él y a sus dos vástagos. Virgilio narra con escalofriante viveza el grito que escapa de la garganta de Laocoonte en el momento en que lo matan las serpientes. Nada de eso hallamos en la escultura. Ningún grito desfigura la cara de Laocoonte; por el contrario, su rostro expresa serenidad y grandeza de espíritu. En contraste con su cara, el cuerpo del Laocoonte de mármol se contorsiona desesperadamente. Es viendo su cuerpo cuando sentimos todo el dolor del que nos habla Virgilio.
Poesía y pintura son discursos inconmensurables, cada uno posee su gramática y sus intenciones específicas; son, “igual que dos vecinos justos y amistosos que no se permiten tomar libertades impropias en el dominio más íntimo del otro”.
Con esta investigación, Lessing avanza un importante paso en el deslinde de las siete bellas artes, y nos pone sobre aviso.
Antonio Miranda refiere a menudo que su hallazgo de extraer la arquitectura del conjunto de las artes se produjo leyendo estas páginas.
Lessing no deslinda la arquitectura de las bellas artes. Lessing deslinda entre competencias de distintas artes y Miranda extrema la línea de argumentación de Lessing y deslinda arquitectura y arte.
A los lectores posteriores deslindar la “arquitectura” del “arte” nos permite deslindar el “arte” de otras formas de pensamiento y deliberar sobre a cuál de ellas corresponde la “arquitectura”.
¿Es posible que haya una arquitectura no artística? ¿es necesaria tal arquitectura? ¿es, acaso, posible otra arquitectura que la no artística y puramente técnica?
Tal sigue siendo el poderoso eco del Laocoonte de Lessing, el secretario de Voltaire.