La casa de Norman y Wendy Foster en Hampstead. Tecnología y domesticidad entre los años 1960 y 1980
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Cuando en el invierno de 1978 Norman Foster organiza una exposición retrospectiva de su obra en la Riba Heinz Gallery de Londres, no corren buenos tiempos para su estudio: tras la disolución del Team 4, encabezado por Norman Foster, Richard Rogers y sus respectivas parejas Wendy y Su; la hasta entonces exitosa carrera profesional de Foster Associates se ve temporalmente truncada por la severa recesión económica de finales de los años setenta. El descenso del volumen de trabajo favorece, por otra parte, el carácter experimental de sus propuestas. Así, junto con obras ya construidas, se exhiben una serie de proyectos no realizados, como los desarrollados en colaboración con Buckminster Fuller.
Los medios especializados, que se hacen eco del acontecimiento, destacan la presencia en el patio de la fachada principal de la Heinz Gallery de un artefacto que perturba la solemnidad del edificio neoclásico de Robert Adam, anunciando a los transeúntes el contenido de la exposición. Bautizado con el nombre de “Fostersculpt”, se trata de uno de los prototipos estructurales, a escala real, elaborados entre los años 1978 y 1979 por el estudio de Norman y Wendy Foster, para el proyecto de su propia casa en el barrio londinense de Hampstead.
Como en tantos otros casos, la casa propia de los arquitectos, por su condición de exploración personal y su inevitable componente autobiográfica, refleja los intereses y obsesiones personales de sus autores, a la vez que permite rastrear de modo certero, las influencias que han marcado su trayectoria profesional. Unas influencias que, en el caso de Norman Foster, no se circunscriben al ámbito de la arquitectura, sino que, dando muestra de su fascinación por la tecnología, se extienden a campos como el diseño industrial y la ingeniería aeroespacial.
Muchas de las ideas elaboradas previamente por el estudio en edificaciones públicas, son trasladadas por primera vez en este proyecto, a la arquitectura doméstica. Asimismo, constituye un verdadero banco de pruebas, concebido con la intención de que exploraciones en el ámbito de lo privado tengan posterior aplicación en edificios públicos. Constituye además, un verdadero laboratorio de ensayo, no solo de nuevos materiales y sistemas constructivos, sino también de nuevas formas de habitar.
A caballo entre la finalización del edificio del Sainsbury Centre for Visual Arts en Norwich (1976-1978) y el inicio del Hong Kong and Shanghai Bank (1979-1986), el desarrollo de este proyecto coincide con un punto de inflexión en la producción del estudio. No es por tanto casual, que la propia evolución del proyecto, ilustre mejor que ninguna otra obra esta transición, alentada por cambios en el modo de entender la relación entre arquitectura y tecnología.
Así, el proyecto evoluciona desde el optimismo tecnológico de las primeras naves ligeras, flexibles y baratas del Team 4 que, sirviéndose de la tecnología, aspiran a ofrecer la respuesta óptima a un problema; hacia ese nuevo academicismo, que se ha dado en denominar High-Tech, caracterizado por un exacerbado exhibicionismo tecnológico, apreciable en las últimas versiones de la casa.